Antes de comenzar una nueva ronda- la sexta- de conversaciones directas en Ginebra entre el régimen de Bashar Al Assad y los rebeldes, el enviado especial de la ONU para Siria, Staffan de Mistura, indicó  que las "zonas seguras" acordadas en Astaná, Kazajistán, no podrán sostenerse "si no hay un horizonte político concreto, en una dirección u otra".

El pasado jueves Al Assad afirmó ante la televisión bielorrusa que los encuentros de Ginebra eran solo "para los medios" y no producirían "nada sustancial", Pero De Mistura destacó:  "No quiero entrar en ningún tipo de comentario con respecto a las declaraciones hechas por el presidente Al Assad. Lo que puedo decir es que su delegación ha llegado (a Ginebra) y tiene la autoridad para entablar conversaciones serias".

"Ninguna reducción de la violencia se mantendrá si no hay un horizonte político concreto en una dirección o en otra", explicó el mediador, interrogado sobre el acuerdo que el pasado 4 de mayo firmaron Rusia, Turquía e Irán en Astaná para reducir las hostilidades en cuatro zonas del país que no fueron realmente delimitadas. 

Según el memorándum de entendimiento firmado en la capital kazaja, los tres poderes garantes serán los responsables de la seguridad en dichas zonas, aunque especifica que "terceras partes" podrían desplegarse si las tres potencias así lo acuerdan. El mediador señaló  sobre esta posibilidad que cualquier tipo de decisión al respecto debería ser tomada por el Consejo de Seguridad de la ONU y que él se limitaría a analizarla. Aunque  el Gobierno sirio dejó en claro que será la policía militar rusa la encargada de supervisar las zonas de seguridad y rechazó claramente la posibilidad de un contingente internacional bajo el auspicio de la ONU. 

Desde 2011, más de 300.000 personas han muerto, entre ellas 90.000 civiles, y al menos 2 millones fueron heridas en el conflicto en Siria, que además obligó a unos 12 millones a abandonar sus hogares en busca de una nueva vida.