En el medio del escándalo de corrupción que sacude a gran parte del arco político y empresarial de Brasil, la economía no da respiro y la recesión se hace sentir.

La contracción fue de 2,5% frente al mismo período de 2015, en su undécimo retroceso consecutivo, según informó el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE); superando negativamente las expectativas  promedio de 23 economistas consultados por el diario económico Valor, que eran de una caída de 0,6% trimestral y de 2,4% interanual.

La falta de crecimiento afectó a todos los sectores en 2016:  el agropecuario se contrajo un 6,6%, la industria un 3,8% y los servicios 2,7%, señaló el IBGE. Mientras que el PIB per cápita retrocedió por su lado un 4,4% en términos reales, alcanzando los 30.407 reales (8.729 dólares).

Con un gasto público congelado para los próximos 20 años y ya lejos de los  los programas sociales del gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010) que permitieron una movilidad social sin precedentes, Temer se enfrenta con una economía estancada donde el desempleo se disparó hasta alcanzar a inicios de este año un nivel récord de 12,6% (casi 12,9 millones de personas).