Desde la victoria en las elecciones primarias del Partido Democrático de Matteo Renzi en diciembre pasado, se intuía un cambio de nombres.

El miércoles pasado, en una tensa reunión, Renzi le habría exigido a Letta que dejara el cargo, para comenzar un nuevo plan de Gobierno. Letta contestó públicamente con un desafío: "Si quiere mi puesto, que lo diga".

Al día siguiente, Renzi insistió ante las cámaras de televisión en la necesidad de jubilar a Letta, debido a su incapacidad para llevar adelante determinadas reformas, y lo consiguió por 136 votos a favor, 16 en contra y dos abstenciones.

"Hoy mismo comenzaré las consultas con los partidos políticos para lograr una solución eficaz de la crisis", afirmó el presidente Giorgio Napolitano a través de un comunicado.

Napolitano descartó que se celebre en el Parlamento una votación sobre la pérdida de confianza que llevó a Letta a presentar su dimisión y aseguró que los parlamentarios podrán pronunciarse sobre lo ocurrido cuando den su respaldo al futuro gobierno.

Los medios italianos ven factible que Napolitano le encargue a Renzi -el alcalde de Florencia- la formación de un nuevo Gobierno. Renzi, que no es ni senador ni diputado, se convertirá en el tercer primer ministro de Italia que, en el plazo de dos años y dos meses, accede al cargo sin el respaldo de las urnas.