Un informe de la Oficina de Evaluación Independiente del FMI indica que fue injusto acusar a Grecia de los fallos del rescate: “Si prevenir el contagio internacional era la preocupación esencial, el coste de esa prevención tendría que haber sido asumido por la comunidad internacional como primer beneficiario”.

Sin embargo, se eligió priorizar mantener a los bancos europeos por sobre la economía nacional de Grecia rompiendo con la idea de "unión europea".  El auditor asegura que el FMI “sostuvo una estrategia que no funcionaba durante demasiado tiempo” usando proyecciones de crecimiento económico “demasiado optimistas” y sin considerar el verdadero “impacto de los ajustes fiscales en el crecimiento y en la dinámica de la deuda”.

“No hubo un intento riguroso de articular un plan convincente para restaurar la sostenibilidad de la deuda en Grecia más allá de un programa de financiación oficial, ajuste fiscal y reformas estructurales”, destaca el informe y subraya que el FMI violó sus propias normas a partir de presiones políticas y financieras. 

No se evaluó correctamente el ajuste ni su impacto fiscal haciendo que la economía helena se hundiera y el auditor destaca: “La magnitud de los errores de las previsiones de crecimiento de Grecia es extraordinaria”.

El auditor asegura que la dirigencia del FMI no hizo caso a sus expertos y que actuó de manera superficial y mecánica, además de que “directores representantes de países de la Eurozona pudieron tener acceso a informaciones que no estaban disponibles para otros”.

La directora general del FMI,  Christine Lagarde, no reconoció los errores y  en un comunicado de prensa afirmó que el informe muestra que el papel del Fondo en la crisis de la Eurozona fue “un éxito” y que se mantuvo a Grecia, crisis mediante, en la alianza continental.