Tras el paso , en enero, de Theresa May por Washington, ahora los focos internacionales están puestos en el encuentro entre Donald Trump y la canciller alemana Angela Merkel, en un año electoral para esta última en el que buscará retener el poder. 

A pesar de ciertas diferencias la reunión puede resultar provechosa para ambos líderes ya que se ven sometidos a fuertes presiones al interior de sus naciones y además a Estados Unidos le interesa ganar terreno en la fuerte Alemania ante una resquebrajada Unión Europea. 

La relación entre ambos fue tensa desde siempre, incluso cuando Trump era tan solo un precandidato a la Casa Blanca acusó ea Merkel, en Twitter, de estar "arruinando" Alemania.  También le reprochó su manejo en el tema de los refugiados: "un error catastrófico al acoger a todos esos ilegales". 

Si bien Merkel se mantuvo en silencio hasta que Trump asumió como presidente no perdió oportunidad para reprocharle el nuevo veto migratorio al republicano: "Nada justifica poner a determinados grupos sociales bajo sospecha".

"El propósito de la visita [a Washington] es presentarse y cerrar puntos de encuentro y metas. Buscar un suelo común, pero nada más. Merkel quiere establecer una plataforma de comunicación con miras a las reuniones de los próximos tres meses. En julio se celebra un G-20 en Alemania y se verán en la cumbres del G-7 y la OTAN.", explicó Jackson Janes, presidente del Instituto de Estudios de la Alemania Contemporánea en la Universidad Johns Hopkins.

Merkel se reunirá con el tercer presidente estadounidense en los 11 años que lleva en el poder aunque busca, en las próximas elecciones, mantenerse al frente de Alemania. 

Además de la sombra de Vladimir Putin y su cada vez mayor ingerencia en la geopolítica, otro de los puntos claves es la OTAN sobre la que Trump finalmente moderó su tono y el déficit comercial que enfrenta Estados Unidos.