“Compré el asiento”, aseguró repetidas veces Brian Schear ante una azafata que le insistía que debía abandonar el vuelo junto a su familia por no ceder la butaca de uno de sus hijos a otro pasajero. 

El vuelo que salía de Maui (Hawái)  con destino a Los Ángeles estaba sobrevendido, como suele ocurrir con las aerolíneas aunque ahora los casos parecen haber adquirido mayor notoriedad; en especial luego del traumático episodio del médico David Dao sacado a rastras de un vuelo de United Airlines. 

Brian y su mujer Brittany pagaron por todos los asientos que estaban utilizando, sin embargo una de las azafatas le solicitó que liberaron uno de los utilizados por un menor ya que “Será una ofensa federal. Tú y tu mujer van a ir a la cárcel”, según les dijeron.

Delta, en sus normativas, recomienda a familias que compren asientos para niños de dos o más años de edad por lo que justamente el primer pedido de que lleven al niño en brazos era contradictorio con sus normas.  La Administración de Aviación Federal (FAA por sus siglas en inglés) indica que “los niños deben ir en una sillita o butaca durante todo el vuelo por razones de seguridad” ya que los brazos de un adulto no son lo suficientemente fuertes para protegerlos de posibles turbulencias.