La Gran Muralla es uno de los principales atractivos para quienes visitan China y un verdadero símbolo de la historia milenaria de ese país. Sin embargo la construcción que fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1987 está en serios problemas de conservación. 

Según informó la agencia china Xinhua, se calcula que queda menos de un 10% de su superficie transitable de manera segura. La antigua fortificación tiene un largo de 21.000 kilómetros en el norte de del país y se vuelve prácticamente imposible patrullarla de manera constante. 

Además de la erosión natural se dan constantes actos vandálicos en los que muchas veces se procede directamente a retirar piedras del muro como "recuerdos" o para construcciones ilegales. 

En 2006, China aprobó una ley para proteger la Gran Muralla pero no alcanzó ante la falta de medidas más drásticas para penar a quienes la destruyen.  

La construcción de la muralla data del siglo tercero, aunque la mayor parte se levantó durante la dinastía Ming (1368-1644) que es una de las partes más afectadas por su valor histórico.