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Esas imágenes que se ven ahí, llenas de colores y texturas distintas, son propiedad del actor porno Christopher Zeischegg y de la artista Maggie West. Como una conexión, un link entre la secreción y el arte de la fotografía, estos dos artistas pudieron hacer Fluid, una obra que de por si es llamativa pero, cuando se piensa en sus elementos, además de generar asombro, genera otras cositas. 

Morados, verdes, rojos y amarillos, avanzan dentro y fuera de las imágenes que tienen todas en común a Zeischegg, el actor de películas pornográficas que, para cada una de ellas, se masturbó con ahínco.

Pero la obra no se conforma con semen, ese líquido espeso y blanco que tanta mala fama tiene en nuestra cultura, también le pusieron sangre y saliva. Tres elementos claves de nuestra naturaleza, de nuestro sexo y de nuestra reproducción (esa y la otra) de placer. 

“Estos fluidos corporales son una parte esencial tanto de nuestro maquillaje biológico, como del proceso de creación humana. Ellos tienen simultáneamente el poder de transmitir enfermedades mortales y de crear vida”, contó West a The Creators Project.