Vida puede ser la palabra clave del peleado partido: vida es lo que le queda los checos en la Copa, cuando se vieron afuera en casi los 90 minutos del encuentro, pero un milagro les devolvió la ilusión sobre el final. Vida es el apellido del defensor croata que tocó uno de los últimos centros al área con su mano: el penal significó un 2-2 que no estaba en los planes.

En Saint-Etienne, la iniciativa la tomaron los croatas, incluso en las tribunas. A los 36 de la primera parte, desde afuera del área, Perisic clavó un zurdazo al segundo palo inapelable. Después, en la segunda mitad, el rubio mediocampista del Barcelona, Ivan Rakitic, recibió solo en el área después de que sus compañeros recuperaran mediante maniobras de presión en ataque, y definió ante la salida de Cech.

Después de que Skoda capturara un centro desde la derecha y descontara de cabeza, el juego fue parado por el lanzamiento de bengalas al campo por parte de hinchas croatas y un petardo, que explotó junto a uno de los operarios.

Poco después de reanudarse el juego, cuando los checos metían la bola en el área rival por arriba, el defensor saltó con el brazo en alto y el árbitro otorgó la pena máxima, que Tomas Necid transformó en el festejado empate.

Los checos sumaron su primer punto y definirán ante Turquía. Los balcánicos quedaron con cuatro unidades, y en la última jornada tendrán un compromiso difícil ante los españoles.