Su explosión como jugador habilidoso y goleador durante el campeonato que consagró al equipo de Diego Cocca en 2014, mostraba a otro Ricardo Centurión: un jovencito encarador, de personalidad arrolladora adentro y fuera de la cancha. Su vertiginoso paso por el fútbol europeo y por Boca, lo hicieron madurar de golpe entre polémicas por sus conductas. Sin embargo, el Ricky de 2018 parece tener las cosas más claras.

En una entrevista con radio Mitre se animó a contar sobre su familia, sobre su lugar en el mundo y los sacrificios para llegar a ser profesional. 

"Viví 16 o 17 años en Villa Luján, mi barrio, y ocupa un lugar muy importante en mi vida. Nunca me voy a olvidar de dónde salí pero yo hoy en día ya no puedo ir más por cuestiones de que uno crece, de que la vida te cambia y de que hay muchas cosas en el barrio que por ahí no se ven porque, como siempre digo, es un hueco que si no salís de ahí te vas perdiendo, yo tuve el deseo de salir y tuve la suerte que otros por ahí no tienen. Siempre les deseo lo mejor. Yo no extraño, no quiero volver, ya salí de ahí, ya está, la pasé muy mal, escuché y vi cosas increíbles, no es que no quiero volver por hacerme el canchero o agrandado. Cualquier persona que sale de ahí no quiere estar de nuevo en el barrio", referenció de su barrio natal.

Centu reconoció que su visión de ese territorio cambió, pero que entre dolor y agradecimiento por la superación, ya no tiene deseos de regresar. 

"Es mi lugar en el mundo pero la realidad me demuestra que no puedo ir ni siquiera a tomar un mate. Antes me dolía, hoy ya no, lo miro de otro lado. Como en toda villa se encuentran un montón de cosas. La mirada, la tristeza de los chicos, de la gente que por ahí no tiene el lugar o la oportunidad de salir o que la tiene y no quieren, les gusta estar ahí. Por ahí hace tres años atrás uno no se daba cuenta de las cosas que perdía yendo a ese lugar pero bueno, cambió mi vida, cambió la de mi familia, ya no soy ese chico que estaba ahí, ya soy Centurión... Pasás a ser otra persona, te ven como un signo $ y bueno, a uno le cuesta, lleva tiempo pero ya cuando se adapta a encontrar otras amistades, a rodearse de otras personas, uno crece y ya vas por otro camino", describió su relación con el barrio que lo vio nacer.

Concentrado en su actualidad en el club de Avellaneda, observa a la distancia su polémico y mediático paso por Boca.

"Solo el que jugó en Boca sabe lo que se vive. Yo más que nadie las pasé en Boca. Creo que hay mucha gente que busca o está esperando que falle alguno. Obviamente que me hago cargo de mis cosas... Se las dejaba picando para que ellos la empujen. El mundo Boca es terrible, es muy fuerte, tenés que tener los pies sobre la tierra, ser consciente de que todo lo que hagas se va a triplicar. Yo no lo entendí o no lo quise ver porque también me sentía bien, contenido, pero jugar ahí te da facilidades para muchas cosas, todos sabemos lo que vende Boca pero para mí eso es pasado. En lo futbolístico di todo lo que tenía que dar, en eso no fallé, sí en lo personal pero eso ya es un capítulo cerrado. Ahora estoy en Racing y quiero dejar una huella", aseguró.

Sobre sus excompañeros, Ricky guarda un buen recuerdo: "No volví a hablar con Carlos desde que me fui de Boca. Sí con Pavón, con Walter Bou, con Solís, Pablito Pérez, con Benedetto, con Fer Gago... Con ellos tengo relación pero con Carlos no. Con Daniel (Angelici) ya está, es un tema terminado. Las diferencias que hubo en su momento ya quedaron de lado, al menos para mí. Si lo cruzo nos saludaremos como personas civilizadas, hubo errores de mi parte pero ya está, somos grandes, lo que pasó ya pasó", lanzó.

Entre denuncias por violencia, accidentes, vida nocturna, el jugador afirmó que quiere bajar ese perfil y mostrar otra imagen de su persona.

"Equivocaciones y errores tenemos todos, hay que ir creciendo. Hoy trato de elegir mejor a las personas con las que comparto cosas. No me arrepiento de nada de mi pasado; quizá me hubiera gustado mostrar otra imagen en mi vida personal pero eso ya pasó, no se dio. La realidad es que hoy tengo 25 años, estoy en un club hermoso, ya no quiero tocar más mis temas personales, no me molesta que me pregunten, pero creo que es un pasado en mi vida que trato de cerrarlo, de enfocarme ahora en lo futbolístico y después afuera la sociedad en que vivimos trata de llevarte hacia otro lado pero trato de bajar ese perfil", manifestó.

Las dos personas más importantes fueron su madre y su abuela: "Yo tenía mucha vergüenza de que mi mamá me vaya a ver a inferiores; me sentía mejor con mi abuela. Cuando veía a mi mamá detrás de la reja me inhibía, me bloqueaba, yo le pedía que no fuera, que se quedara en casa. Ahora no... ahora quiero que venga".

"Le debo bastante todavía, mi abuela me agarró de la mano y me llevó a la prueba de Racing. Fuimos de caradura y después en mi progreso, mi infancia y mi crecimiento fue ella la que estuvo a mi lado porque perdí a mi viejo de muy chico y mi mamá se encargó de trabajar, entonces mi abuela tuvo que criar a mis dos hermanas y a mí. Son cosas muy difíciles pero hoy está muy bien de salud y puedo disfrutar de sus comidas, sus anécdotas y sus sonrisas", celebró su presente cercano a la abuela Yaya.