En una charla con Mario Vargas Llosa se sabe que hablar de literatura y política es algo imposible de separar. El premiado escritor de 80 años- muchas veces polémica mediante- suele estar en sintonía con lo que ocurre en el mundo y la muerte de Fidel Castro no fue la excepción. 

En mayo de 2016, en su visita a Buenos Aires, el autor de "Cinco esquinas" (Alfagurara) le agradeció con ironía a Fujimori que le "hizo un gran favor personal al devolverme a la literatura" al ganarle en las elecciones presidenciales. Ahora, desde su voz autorizada en el mundo de las letras y entrevistado en la Feria del Libro de Guadalajara, Vargas Llosa volvió a opinar sobre otra controvertida figura política. 

“Deslumbró a mi generación, era como un héroe salido de un cómic. Cuba iba a tener elecciones libres, iba a ser un ejemplo de democracia, un lugar siempre libre. Todo fue mentira. Para mantenerse en el poder, Fidel decidió convertir Cuba en una dictadura comunista. Hubo reformas positivas en salud y educación, pero las económicas acabaron en desastre. Y ahora Cuba es más pobre que con Batista”, planteó Vargas Llosa y agregó que espera un cambio: “Tengo esperanzas de que este proceso sea rápido e indoloro”.

Sobre la victoria de Donald Trump en Estados Unidos, señaló: “Ganó las elecciones teniendo en contra a toda la gran prensa americana, esperemos que ahora funcionen los mecanismos de control al presidente. El Congreso y la Corte Suprema pueden jugar un papel fundamental”. Aunque aseveró: “Si cumple sus amenazas, México resultará brutalmente afectada” y mostró su preocupación ante la idea de que presida como "un caudillo". 

El periodismo suele ser uno de los bastiones que Vargas Llosa elige para atacar, como sucede también en su novela "Cinco Esquinas", en especial al que él llama "rosa y/o basura": “No hay país donde la frontera entre prensa seria y la chismográfica sea nítida. Hasta los mejores periódicos han tenido que abrirle espacios. Uno acaba teniendo la sensación, falsa, de que nadie es honesto. Es una una enfermedad. Y se debe a un problema cultural: la cultura se ha vuelto un entretenimiento, se han perdido los frenos. Todo vale”.

Sobre su última novela planteó: "Escribo con un plan detallado, pero como siempre ocurre, esta obra tomó cauces que yo no había pensado. En el libro quería contar como una dictadura dispone de los medios suficientes para degradar la vida política y la periodística" y agregó sobre las escenas de sexo en la trama: “La pornografía es el erotismo mal escrito”.