Periodistas, medios, artistas, historiadores y tangueros coincidieron en señalar que la remodelación de la casa que compró Carlos Gardel para su madre y donde pasó sus últimos años, se transformó de lo fue un lugar con historia en un lugar insípido, completamente ajeno a lo que significa el recuerdo y el respeto por sitios emblemáticos de nuestra cultura.

Las quejas apuntan a la transformación del proyecto que nació de la mano de la ciudadanía interesada en conservar y respetar la historia de uno de los mayores artistas de la cultura popular argentina, bajo el título de "casa museo" lo que obedece al objetivo conservacionista. Sin embargo, el gobierno porteño se tomó la atribución de ganar este espacio sin consentimiento de la comunidad que trabajó y convertirlo en una atracción turística propia.

"Un lugar insípido, que podría ser cualquier lugar, de cualquier parte del mundo. Una reforma arquitectónica que solo aplica la estética minimalista hoy imperante. La foto de como quedó, podría ser la del hall de un edificio nuevo de Palermo (o la lavada de cara de otro más viejo), el rincón de una nueva estación de subte, algún recoveco de un shopping, una nueva galería de arte", opinaron desde la revista Tinta Roja.