Casi como si se tratase de una ficción, una viuda y única heredera de una de las plumas más brillantes de la literatura universal elige lo estanco y el anquilosamiento de la obra que dice proteger. No hay relecturas, no hay posibilidades de movilidad ni de creación.

María Kodama decidió defender la prosa de Borges a base de finanzas y leyes anacrónicas sin ni siquiera detenerse a contemplar la intertextualidad y creación literaria del escritor Pablo Katchadjian.

"Un día, de la nada, escribí en mi libreta: 'Engordar textos –p.ej. El Aleph'. Unos meses después empecé a hacerlo. Y fue bastante trabajoso, porque quería permanecer en una posición intermedia al engordar: no ser yo ni tratar de ser Borges, es decir, no perderlo a él ni perderme a mí" contó Katchadjian en una entrevista a Juan Terranova (publicada originalmente en revista Tónica).  Y agregó: "El Aleph engordado está hecho por un artesano a lo largo de varias semanas".

Pero esa cuestión artesanal- cualidad de lo que está hecho a mano- parece quedar excluída para la justicia argentina que decidió darle la derecha a Kodama ante la figura de "plagio", aún cuando el propio Borges planteara sus reservas frente a la idea de lo "propio" y la noción de autor.

Straface, abogado de Katchadjian, destaca que no hay dolo ya que el escritor remarca que el texto es de Borges y explica la intervención y proceso creativo.

Los doscientos ejemplares de "El Aleph engordado" de la Imprenta Argentina de Poesía (IAP) hicieron ruido internacional ante la postura de Kodama y el juez de instrucción Guillermo Carvajal que decidió  trabar un embargo de 80 mil pesos sobre los bienes de Katchadjian y la posibilidad de tres años de prisión en suspenso.

Luego de reiterados fallos adversos-están en litigio desde el 2011-para Kodama, ésta subraya que "no se le pidió permiso para usar la obra de Borges".  La justicia finalmente señaló que el libro es una "copia" ya que se le "intercalaron palabras, frases y oraciones completas, sin ninguna diferenciación en su impresión".

Pero y las ¿5.600 palabras?, ¿la artesanía de Katchadjian?, ¿hay dolo en esos doscientos ejemplares? parecen preguntas fantasmas para la justicia. Incluso se habla de "una violación a los derechos de autor, protegidos por la denominada Ley de Propiedad Intelectual (artículo 72 de la Ley 11.723)" pero en ningún momento se contempla la creación literaria, el alma de ese proyecto artesanal que se propuso el autor.

Estos últimos días circularon, afortunadamente, numerosos textos y declamaciones sobre el caso. Desde una anécdota de una Kodama furiosa por el uso de líneas de Borges "que no fueran pensadas para tal fin" (Pola Oloixarac), el pedido a la justicia de "comprender la lectura borgeana" (Martín Kohan), "el anacronismo de la justicia" (Matías Raía), o las lúcidas reflexiones de Lucas "Funes" Oliveira para pensar ¿Qué es un autor? y las leyes que nos gobiernan.

Podría seguir citando reflexiones que circulan en medios, blogs, y redes pero tal vez la justicia quiera disciplinarnos con una dieta  que lo único que termina haciendo es adelgazar las posibilidades de creación.

Apoyo al autor y a la creación literaria

El próximo viernes, 3 de julio, a las 19 hs se realizará una convocatoria y debate a favor del autor en la Biblioteca Nacional Mariano Moreno (Agüero 2502) que ya cuenta con 1575 firmas de apoyo incluídas las de Ricardo Piglia, César Aira, Edgardo Cozarinsky, Alan Pauls, Mario Ortiz, la directora del Museo del Libro y de la Lengua, María Pía López; la directora de Fundación PROA, Adriana Rosenberg; y los artistas plásticos Roberto Jacoby y Osías Yanov, entre otros.