"Satélite" de Bellman ofrece un contemplar amplio, no sólo toca los sentidos de la vista u oído sino que también lleva a poner el cuerpo propio que gira- entre pinturas, esculturas y videos-  como un satélite más en la órbita de su obra y la de Eduardo Pla.

"Bellmann hace uso de teorías y conceptos como los Campos mórficos de Sheldrake o el Límite de Roche, para ordenar la materia en su forma y en el espacio, y generar un ecosistema conceptual en el que se va a ver un desarrollo tanto morfológico, como del legado del artedigital y su evolución" señalan desde la curaduría.

Arte, tecnología, fuerzas y energía.

- ¿Por qué "Satélite"?


Maximiliano Bellmann (MB)- En realidad viene planteado por la sala, pensé a muestra específicamente para este lugar. El espacio tiene una escultura en el medio de Eduardo Pla pero que está llevada a un interior. Es una escultura que está pensada para verse de lejos y ahora al hallarse en un lugar muy pequeño, entonces cuando entré,  ví la obra y pensé es como un planeta; tiene un peso muy fuerte.

"Reflejos y transparencias" (2007) 120 x 250 cm de Eduardo Pla en el centro de la sala. Foto: Stephanie Reiter


MB- Cualquier obra, cualquier objeto que se coloque en esa sala siempre va a ser un satélite de esa pieza central porque tiene un peso visual muy fuerte, crea una distorsión óptica.  Elegí entablar un diálogo con esa gravedad importante. Para hacerlo usé una imagen con la que ya estaba trabajando, tiene que ver con la dispersión de la electricidad en un medio acrílico.  Trabajé con esa pintura, luego la llevé a la computadora y la utilicé para generar objetos 3D.


- Es como si las obras se fueran desprendiendo las unas de las otras...... también como satélites de esa primera pintura.


MB- Esa pintura (en la que se ve a Bellman en esta nota) está creada a partir de un fotograma de un experimento científico. Un medio nuevo, una imagen nueva pero sobre un hecho anterior. Y entonces a partir de esa imagen, del rayo que es un punto central que se ramifica hacia los bordes, generé una geometría con un programa 3D; texturando esa superficie con el dibujo  y dándole un volumen.  A partir de ese objeto empecé a generar videos poniendo cámaras que recorrían distintas partes de ese objeto. Lo que apareció fue como una especie de superficie de otro planeta, o tal vez de este pero en otro tiempo. Capaz unos glaciares, unos cañones...

Foto: Stephanie Reiter


- Hay una cartografía visible...


MB- Estaba trabajando con esa imagen, estuvo en una Bienal de pintura. Pensaba en la sala, en objetos, videos y en un momento me di cuenta que esa podía ser la superficie de ese satélite que llegaba a la sala e instalarse como en la órbita de la obra de Pla. Y en los videos se juntan esa imagen con las esculturas que hice.  Los objetos son la parte más experimental del proyecto, es un lenguaje que no utilizo tanto en mis trabajos individuales. Estudié pintura y trabajo en modelando y animación en 3D, algo que aprendí en Oligatega de mis compañeros de taller Mariano Giraud y Mateo Amaral.


Mariano me enseñó esa técnica de traspaso de la computadora a objetos 3D, Pepakura que es un programa que estaba diseñado orginalmente para origami , al cual vos le das una malla 3D y lo convierte en un plano con el que se puede dar volumen. Es un trabajo que empecé a hacer el año pasado.

Foto: Stephanie Reiter

- Además está la acústica en tu muestra...

MB- Una de las esculturas tiene sonido adentro y alrededor está el sonido del video que ocupa toda la sala. Los sonidos internos son ondas binaurales que producen cambios de frecuencias en las ondas cerebrales. Hay diferentes tipos de ondas cerebrales- alfa, beta, theta, delta -al escuchar estas ondas binaurales, el cerebro empieza a resonar con la vibración.  Entonces cambia de estado, de tipo de vibración en respuesta  a la frecuencia que está escuchando.


Es como cuando la música nos cambia el estado del ánimo. Son ondas de sonido en estéreo, una oscilación que resuena con ciertos estados internos del sistema nervioso para generar receptividad y atención.  Hay otros que permiten, una vez que estás relajado, poder hacer foco.  Ese es el sonido que podés encontrar en mi escultura.
En cambio para el video tomé el sonido de planetas , vibraciones de la Tierra, la luna y de Júpiter. Les cambié las velocidades, lo alteré digitalmente creando en la sala un sonido envolvente entre el afuera de los planetas y el adentro de la escultura; el sonido del cerebro.

- Se ve todo tan pensando en detalle...


MB-No tanto, fueron pequeñas ideas y fuí agrupándolas. No es un gran plan maestro (risas).

Foto: Stephanie Reiter


- ¿Cómo surgió tu vínculo con el arte?

MB- Originalmente, el recuerdo más temprano que tengo de hacer arte es haber dibujado en un lavarropas. Ya era arte y tecnología (risas). Después cuando era chico hacía más historietas, copiaba dibujos, en la adolescencia nunca paré de dibujar pero lo relegué más a un segundo plano y tenía bandas, tocaba música. Hoy en día cuando hago una muestra mezclo esas dos cosas.
Cuando tenía catorce años organizaba eventos, aprendí a hacer sonido, la experiencia de hacer todo ese montaje, por fuera de lo más instropectivo que es estar dibujando en un escritorio.  A los 19 años vine a Buenos Aires a estudiar, soy de Paraná, y en la escuela de Bellas Artes trabajaba mucho en colaboraciones con Mariano Giraud y Leandro Tartaglia y hacíamos videos en los que generalmente yo hacía el sonido y ese fue un poco el germen de Oligatega. Fuimos agregando amigos y medios.


- ¿De qué año estamos hablando?


MB- Año 2000, despues cuando con Oligatega participábamos de la beca Kuitca (2003) teníamos mucha exposición haciendo instalaciones y performance. Entonces mi proyecto personal lo hacía por puro placer de experimentar, empecé a hacer cortos de animacion 3D y a producir música y sonidos para ellos. Con Mateo Amaral armamos una banda y hacíamos proyecciones mientras  tocabamos musica.
Mi trabajo fue evolucionando hacia un enfoque mas ambiental.



- Estar más enfocado ¿en la experiencia?

MB- Sí, claro. Crear un ambiente, más que cargarlo de cosas. Generar espacios para que sean habitados y esas cosas sean proyectadas desde el habitante.



- ¿Conociste a Pla personalmente?

MB- No pero sí a su trabajo. Tenía mucha visibilidad en un momento.  Yo vine a Buenos Aires en el ´96 y fue cuando él también volvió al país y tenía mucha presencia. Hacía arte digital que era algo que me interesaba y había muy poco. Era alguien referencial.

Esta muestra está pensada desde la geometría que es el tema común con el Espacio Pla y Eduardo.  Es algo que compartimos y que me parece muy lindo para dialogar, ya que es tan diverso e infinito. Me interesa mucho como campo de trabajo.
Algo que descubrí al venir acá fue el interés de Pla por el desarrollo de las técnicas digitales, como el uso de un algoritmo para generar esos  rostros hechos de rostros mas pequeños. Él se dio cuenta de esa posibilidad técnica y la desarrolló. Era algo complejo de realizar en ese momento.
Su trabajo es muchas veces catalogado de banal o superficial, yo pienso que su oficio de diseñador lo impulsaba a producir obras en las que su interés era más la técnica que la imagen.


- Lograste un verdadero ecosistema con la obra de Pla en tu muestra...

MB- Sí hay un diálogo, una integración en el espacio en la que se complementan.

***

"SATELITE"
Artista: Maximiliano Bellmann
Curaduria: Merlina Rañi
Hasta el 31 de julio.
Malabia 1841 loft 2- ESPACIO PLA
Abierto de miercoles a sabados de 16 a 20 hs o con cita previa.


Maximiliano Bellmann: Nacido en Paraná en 1976, vive y trabaja en Buenos Aires desde 1996. Estudió Bellas Artes y forma parte desde 1999 de Oligatega, un grupo de artistas que explora formas de producción colectiva. Participó de la Beca Kuitca 2003-2005, realizó el taller de Diana Aisenberg y en 2009 fue Becado por el Centro de Investigaciones Artísticas.
Su producción ronda temas como la relación forma-vacío, ecuaciones fractales, la dispersión de rayos eléctricos en diferentes materiales y paisajes de ciencia ficción, a través de distintas disciplinas (pintura, video y música principalmente).