"Tenemos un mundo ficticio; éste es el primer paso", reflexionó Philip K. Dick sobre el género fantástico, un género que como plantea el Coordinador del Programa de Literatura de la Biblioteca Nacional, Damián Blas Vives atraviesa el espectro total literario: "Tengo la certeza que la literatura argentina tanto la popular como la más alta están vinculadas con el fantástico". 

Las mesas organizadas para el Tercer Encuentro dan cuenta de la diversidad de una producción literaria que no puede y debe quedarse encerrada en la mera ciencia ficción. Vives destacó que la organización de esta edición contó que el apoyo de Alberto Manguel, quien "cuando estuvo unos días en febrero dejó dicho que ésta era una de las actividades que más le interesaba (de las programadas) y el director de cultura Ezequiel Martínez (que estuvo presente en la apertura) lo reafirmó y la idea es darle mayor difusión el próximo año". Sin ser ajeno al conflicto laboral en la Biblioteca, Vives subrayó el apoyo que tuvo de las autoridades una vez que "tuvo una línea jerárquica para consultar" tras un período de acefalía. 

Luego de iniciada la apertura - con el italiano Leonardo Patrignani y el argentino Pablo De Santis- las mesas se centraron en la creación nacional con diversos abordajes como la exposición de Leo Batic sobre  “El fantástico como metáfora”, Franco Vaccarini y  “El terror en la literatura” y  Maximiliano Crespi que se centró en la figura de Jaime Rest a partir de la lectura alegórica de una fotografía tomada en los años 60 a Borges y Rest en el despacho de Dirección la Biblioteca Nacional.

Desde esa intensa imagen, el crítico presenta una serie de relaciones entre lo fantástico y la verdad reprimida que emerge en sus relatos. Crespi piensa a Rest en “la lógica del traficante que pasa frente a la imagen del canon oficial con el libro de ‘un parodista involuntario’ escondido” y vuelve al surgimiento “de la literatura fantástica moderna entre el ocaso de la religión y el alba del psicoanálisis” para afirmar una hipótesis que resuena en el umbral de su último libro (Los infames, Momofuku):  la literatura deja de celebrar lo extraordinario trascendente para “hablar de lo fantástico de lo humano mismo, aquello que había permanece oculto por la represión que lo enmudece”.

Cuando le consultamos sobre el estado de la actual producción de literatura fantástica en nuestro país, Maximiliano Crespi señaló: "Diría que renovándose. Hay una generación de autores importantes que trabajan tanto la literatura fantástica como la ciencia ficción que le van cambiando lentamente la cara a un ambiente victimista que se solazaba en el malditismo del “género menor”. Desde un arco ideológico diverso y poéticas de trabajo particularísimas, autores como Lamberti, Godoy, Krapp, Enriquez, Muzzio, Robles, Oloixarac y Castagnet están llevando adelante esa transformación. De esa madeja de nombres me interesan especialmente los que trabajan el pasaje del género, el desborde del realismo para presentar zonas de indeterminación en la realidad misma. Realismo infame es un materialismo: se recorta sobre el momento en que, como vieron Sartre y Foucault, lo fantástico emerge en la inmanencia en vez de llegar como un sueño de trascendencia".

La mesa  “Escritoras argentinas de fantasy, ciencia ficción y terror” (de la que participaron Victoria Bayona,  Anna K. Franco y Marisa Potes) puso en juego también las actualidad de las lecturas, en especial de los jóvenes por el fantasy, que como indica Vives "La literatura de género sirve como vehículo de las angustias sociales. No es casualidad que los adolescentes de todo el mundo estén leyendo distopías o como ocurre con los policiales. Mientras el género negro marca un estado de situación, la fantasía tiene un estado más luminoso".

O como en el eje Fantasía y Ciencia en el que el escritor Francisco Marzioni reflexionó sobre la post ciencia ficción: "una tendencia más o menos reciente en la literatura universal. Se trata de obras que utilizan herramientas del género ciencia ficción pero no se circunscriben a él, sino que ya sea por las tramas, modos de relacionarse los personajes o por las condiciones de publicación, son leídos como ¨literatura general¨, por afuera del género".

Marzioni agregó, sobre su experiencia en el Encuentro que "El escritor uruguayo Ramiro Sanchiz lo definió muy bien, diciendo que es la lectura de la ciencia ficción no como un género sino como un lenguaje. El lenguaje de nuestra contemporaneidad -que incluye robots, internet, comunicaciones instantáneas, chips intracutáneos y otros avances que son cotidianos- es el lenguaje de la ciencia ficción, porque fue ese género el que inventó estos gadgets, inclusive antes de que se traten las ideas en los laboratorios. Entonces la literatura general toma a la ciencia ficción como un lenguaje para narrar sus historias, llevando al género a un estadio "post" que se diferencia claramente de la etapa anterior pero todavía no se configura como un género nuevo, sino más bien es lo contrario, es el no-género. Nos referimos a obras como Ensayo de la ceguera, de José Saramago, El cuento de la criada de Margaret Atwood, La posibilidad de una isla de Michel Houllebeq, libros y escritores que se leen por fuera de la etiqueta ciencia ficción". 

Por otro lado, Hernán Vanoli ( que participará a las 17 hs, hoy 10 de mayo,  de una mesa sobre el fantástico contemporáneo junto con Ana María Shua, Pola Oloixarac y Tomás Downey) señaló: "Lo que yo más conozco es un tipo de ciencia ficción distópica en algunos casos, ucrónica en otros, que se vincula con la imaginación sobre futuros perdidos o dimensiones paralelas donde las instituciones están arrasadas y sin embargo funcionan, donde no hay una ausencia de estado, sino principalmente una paleta de tensiones entre Estados y territorios, Estados y corporaciones, Estados y sistemas de producción de información. Dentro de este paradigma puedo pensar en La Construcción de Carlos Godoy, en Los cuerpos del verano de Martín Castagnet, en Las Redes invisibles de Sebastián Robles, en lo que hace Bob Chow hasta cierto punto, por dar sólo algunos ejemplos, pero desde ya que hay muchos más. Creo que es un imaginario muy hijo de 2001, en el doble sentido del derrumbe de las torres gemelas pero también de lo que fue la crisis social, económica y política en nuestro país. Por otro lado se trata de una generación anfibia entre los analógico y lo digital, y esa brecha también es tematizada en muchos casos. Pero no es propiamente fantástica, o tiene un costado fantástico pero tamizado por los umbrales de la imaginación técnica más que por la magia".

Sobre el campo editorial y el mercado Vanoli destaca: "Como editor me parece que hubo un crecimiento muy grande de ese tipo de hibridaciones y que además la ficción contemporánea masiva, por ejemplo GOT (Game of Thrones), hizo productos de calidad que permitieron volver a pensar el estatuto de los géneros, y que eso es bueno, pero sinceramente ignoro cómo es el desempeño en términos de ventas. Lo que siento es que son productos que no quedan encerrados en los amantes del género y que en muchos casos pueden trascenderlo".  E incluso Vives, remarca cómo le llamó la atención en la mesa sobre Fantástico y mercado- de la que participaron  "Pablo Pazos (librero), Claudia Ramón (prensa), Laura Ponce (editora), Ricardo Romero (editor) y Pablo Méndez (lector)" y cómo éste último a cargo del proyecto de Solo Tempestad señalaba "que habían publicado 200 reseñas en el sitio de las cuales  el 50 % correspondían al género fantástico"; marcando una verdadera presencia del género en la actual producción contemporánea. 

Francisco Marzioni remarcó que "En términos de literatura fantástica Argentina tiene una tradición muy rica y prestigiosa. Desde Lugones a Borges, de Macedonio a Cortázar, de Abelardo Castillo a Alberto Vanasco, cuentos y novelas que se pueden enmarcar dentro de un género fantástico son éxitos editoriales, de crítica y público. Podemos encontrar desde literatura académica a thrillers, de relatos a gordas novelas de 500 páginas". Y subrayó "Argentina realizó su propia literatura fantástica, lejos de Inglaterra, EEUU y del realismo mágico latinoamericano, lo que la pone en un lugar de privilegio. Sin embargo, para los ortodoxos del género el acercamiento de la literatura argentina a lo fantástico es tímido, suave, apenas una pincelada de lo que exigen las tradiciones y hasta diríamos ¨reglamentos¨ del género. Eso se nota en la poca práctica de escritora, publicación y lectura de los subgéneros: Fantasía, ciencia ficción, policial y terror. En ese sentido, Argentina está mucho más seducida por ese fenómeno que llamamos "post ciencia ficción", ya que la incorporación de las herramientas de género no se da en las obras de forma plena sino más bien suavizada. Así tenemos editoriales como Momofuku Letra Sudaca que trabajan un fantástico más arriesgado, mientras que editoriales como Random House Mondadori están empezando a publicar autores relativamente jóvenes que escriben esto que llamamos "post ciencia ficción". Existe en argentina muy poca tradición de ciencia ficción, apenas registrada por algunas revistas de baja tirada que ahora son de culto, y entre los escritores argentinos de ciencia ficción clásica no existe ningún nombre que sea realmente masivo, a diferencia de otros países como Uruguay, donde existen Mario Levrero o Elvio Gandolfo que son referentes obligados del género en español y son escritores muy populares en su país". 

La participación de las escuelas  y el "Weird western, weird gaucho y monstruos de oro"

Damián Blas Vives remarcó el lujo de las preguntas e interés de los alumnos de escuelas secundarias que participaron de las mesas del  Encuentro, incluso colmando la Sala Borges con una capacidad para 250 personas, marcando un "alto nivel de lucidez" en los precoces lectores del género. Además José María Marcos, escritor y editor de Muerde Muertos,  resaltó como se pensó en las mesas para públicos diversos y especialmente para la participación de escuelas.  Además, el editor trabajó con la muestra de libros irlandeses que continuará en la Biblioteca Nacional

Finaliza el Tercer Encuentro Fantástico en la Biblioteca Nacional con amplia convocatoria

Marcos destaca la importancia de hablar de la gauchesca fantástica en cine y literatura  "pasando por Rivarola, Rojas, los poemas de Santos Vega y unir con el presente con Bizzio, Aira, Mariano Buscaglia con su trilogía del cuchillo" o incluso con su reciente libro infantil "Monstruos de pueblo chico" (Galerna, 2015).  El editor no dejó de sonreír al recordar la participación de Antonio "Natan" Enrique Solans, el hombre de los efectos especiales clave en nuestro país, que vivió el encuentro como un homenaje al hablar de sus máscaras para Sapag, Narciso Ibáñez Menta, el Androide de Titanes en el Ring  y que incluso llevó una máscara de Frankenstein a la mesa. 

Lo que queda en evidencia de este Tercer Encuentro, con una amplia convocatoria, es que lo fantástico no solo está para quedarse sino para seguir creciendo. 

Cierre del Tercer Encuentro Fantástico

Sala Juan L. Ortiz
17 hs. | Terror argentino
Mariana Enríquez, Luciano Lamberti y Diego Muzzio.
Sala Augusto Raúl Cortazar
17 hs. | Fantástico argentino contemporáneo
Ana María Shua, Pola Oloixarac, Hernán Vanoli y Tomás Downey.
19 hs. | Mesa de clausura con Ángel Faretta: El fantástico y lo sagrado