Una mañana de abril de 2014 la ciudad inglesa de Cheltenham, de unos 110.000 habitantes, amaneció con una obra del celebrado y reconocido artista Banksy que cambió todo. 

La obra llamada Spy Booth (La cabina espía) atrajo inmediatamente a turistas, curiosos, artistas y especuladores para apreciar la obra que venía a satirizar y alertar contra el espionaje del gobierno inglés a los ciudadanos. 

El mural, que incluye una cabina telefónica a la que las personas podían entrar, muestra a un grupo de espías como en las películas de los años cincuenta  y equipados con todo tipo de aparatos de vigilancia, pinchando la llamada del usuario. 

"La cabina espía" fue también víctima de reiterados actos de vandalismo que intentaban cubrir la protesta contra el gobierno local lo que llevó a que se le realizara vigilancia para protegerla. 

La montaña de escombros que apareció donde antes había una pared generó dudas sobre si había sido tirada a bajo o si efectivamente fue "arrancada" para subastarla.  

"Ya habíamos hablado con el dueño", aseguró Mark Nelson, miembro del consejo municipal de Cheltenham y agregó: "La protección de la obra de Banksy había sido siempre una de nuestras prioridades, y el dueño sabía que era una obligación protegerla mientras se llevaran a cabo las obras (de mantenimiento de su hogar)".

Tres años atrás  en el barrio londinense de Wood Green, otro mural de Banksy fue arrancado llamado  "Slave Labo", en el que mostraba a un niño cosiendo banderas como denuncia del trabajo infantil.  Cuatro meses después, la obra apareció en una subasta de Miami.

El inmueble donde está ¿o estaba? "La cabina espía" , y en el que  actualmente se realizan reformas por exigencia del gobierno del municipio, está en venta desde enero pero a un precio menor por el que puede obtenerse por una obra de Banksy. 

Fuente: El País