La escultura de Hillary Clinton con los senos al descubierto amamantando al que sería un hombre de Wall Street, que se asoma por uno de los costados, mientras ella se para con sus patas de cabra sobre los mails filtrados por Wikileaks causó - y no era para menos- conmoción. 

No es la primera vez que los estadounidenses, y en especial los neoyorkinos, se encuentran con este tipo de esculturas políticas. Ocurrió hace poco cuando aparecieron varias esculturas de Donald Trump retomando la fábula del rey desnudo. 

Sin embargo, con Hillary la presión social fue muy fuerte y una mujer llamada Nancy, empleada del Museo Nacional de los Indios Americanos, se acercó hasta la obra y la derribó por "obscena". 

El artista, Anthony Scioli, intentó volver a emplazarla pero le resultó imposible. Finalmente la unidad de contraterrorismo de la Policía de Nueva York quitó la escultura "por no tener un permiso".