En la ex URSS apareció un movimiento llamado los stilyagi  (derivado de "style hunter", buscadores de estilo, o una especie de "hipsters" de los años 50)  cuyos miembros se declaraban fanáticos  de la cultura occidental y  en particular, de su música que comprendía jazz, boogie y rock and roll.

Incluso hay una película (2008)  que retrata esta movida de estos "buscadores de estilo" dirigida por Valeriy Todorovskiy.

Como muchos no podían acceder a las "melodías occidentales prohibidas" idearon una manera de imprimir sus propios registros en viejas radiografías. Ya que los vinilos realmente eran un lujo que muy pocos podían comprar.

Se la llamaba la "bone music" (música de los huesos) y con un  cortador de disco, duplicaban las canciones occidentales que lograban introducir en la Unión Soviética, a través de países satélites como Hungría. Copiaban el sonido en la radiografía, cortaban el círculo con unas tijeras, y utilizaban un cigarrillo para hacer el agujero del centro.

Si bien las grabaciones no era muy fieles resultaban muy baratas y así surgieron los  ‘Roentgenizdat’, una red clandestina reproductora de temas censurados en el bloque soviético que comercializaba "bone music".

Si bien el movimiento arrancó a fines de los cuarenta  con el cambio de década ya existían patrullas para cazar "esa música ilegal".  Luego llegarían en Occidente los "flexi discos" que al igual que las radiografías eran grabaciones hechas en láminas de vinilos delgados y flexibles, que se solían distribuir camuflados en revistas  o cajas de alimentos.