Durante más de una década, once años para ser exactos, el Grupo Alejandría funcionó como un faro de lecturas no sólo consagradas sino también de lo nuevo, de lo que estaba pasando; lo que se colaba entre lo escrito, lo publicado y la circulación oral.

Siempre en un clima relajado, donde el respeto por la escucha estaba en primer plano, fueron cientos de escritores- algunos con el toque perfomer- que ofrecieron su voz para leer textos propios.

En el ciclo gratuito leyeron "Andrés Rivera, Martín Kohan, Liliana Heker, Carlos Gamerro, Pablo Ramos, Liliana Bodoc, Daniel Dalmaroni, Fabián Casas, Esther Cross, Patricia Suárez, Hernán Ronsino, Elsa Drucaroff, Guillermo Martínez, Jorge Consiglio, Claudia Piñeiro, Ricardo Coler, Oliverio Coelho, Carlos Chernov, Hebe Uhart, Ariel Bermani, Miguel Vitagliano, Leónidas Lamborghini, Eduardo Muslip, Santiago Varela, Aníbal Jarkowski, Luis Gusmán, Mariana Enriquez, Gustavo Ferreyra, Edgardo Cozarinsky, Silvia Hopenhayn, Jorge Fondebrider, María Rosa Lojo, Samantha Schweblin, Vicente Battista, Sergio Olguín, por citar sólo algunos nombres y dar una idea de la cantidad y diversidad".

Conversamos con Clara Anich, Yair Magrino y Edgardo Scott que nos cuentan de qué hablan cuando plantean "un fin de ciclo".

— ¿Cómo fue el proceso de llegar al punto de plantear que Alejandría necesitaba un cambio?; ¿Qué hubo que negociar y arriesgar?

Clara — En primer lugar por las ganas y disponibilidades de cada uno; y en segundo lugar, por la escena literaria actual. Cuando iniciamos Alejandría sentíamos que hacer un ciclo era algo que aportaba, hoy no lo sentimos tan así. En cambio, hay otras cosas que pueden sumar más. Y hacia allá vamos.


Yair —
Hay procesos internos involucrados, de cada uno, que hicieron que el cambio se dé naturalmente. O al menos, la voluntad de cambio. Todos veníamos rumiando esta idea en soledad y cuando se expuso en voz alta, la aceptación fue unánime. Salir de la zona de confort, arriesgar, buscar cosas nuevas hace que todo sea más interesante. Sin desafíos, la vida es matar tiempo a lo bobo.


Edgardo— Alejandría siempre fue cambiando: de lugar, de integrantes, de invitados; de mi lado, es el fin de una etapa, de una manera de participar en el grupo.



— Como ustedes mismos indicaron hubo una primera modificación luego de los primeros tres años de encuentros; sin embargo ahora lo presentan como un fin de ciclo. Una expresión que no parece tan inocente dado que justamente estamos en un mes electoral ¿hay relaciones?

Clara—
No. Solo coincide el mes, pero son dos procesos separados. El fin de ciclo es para nosotros el fin de una manera de hacer el ciclo: una vez por mes, de marzo a noviembre o diciembre. Cuatro o cinco escritores reunidos en un bar, una librería o una fundación, como fue este año.


Yair— Ninguna relación. Se debe más a esas fatales coincidencias del destino que a una chicana política. Nuestra idea, siempre, ha sido y será, aportar a la difusión de la literatura. Con esa premisa como bandera creemos que podemos seguir haciéndolo sin repetir viejas fórmulas.


Edgardo— por un lado no hubo ninguna intención pero la coincidencia es llamativa, claro. No porque Alejandría sea “kirchnerista”, pero sí porque se ha desarrollado a lo largo del “kirchnerismo”. Pero bueno, más de diez años cubren una generación. Y eso también se ve en la generación de escritores y en varias editoriales argentinas, las que son conocidas como independientes, y que también sobre todo se desarrollaron en estos años. Se nota que es un tiempo de relevos.



— ¿Cómo se imaginan este nuevo ciclo a venir? Considerando que Alejandría no sólo son lecturas sino también concursos, difusiones, talleres...

Clara— Con menos frecuencia pero más intenso. La idea es ir también al interior, y eso necesita otro tipo de gestión.


Yair— Agrego “condensación” a la definición que dio Clara. Lo del interior es también una apuesta que queremos hacer desde hace tiempo. Los puentes tienen que ser más largos, más firmes.


Edgardo— Si la frecuencia cambia, lo imagino hecho con más tiempo, y eso a veces también ayuda a que salga aún mejor.



— Actualmente hay cientos de encuentros de lecturas en todo el país, ¿qué creen que es lo que hizo - y va a seguir haciendo- que Alejandría se destaque y perdure?

Clara— Supongo que la constancia ayudó a consolidar el proyecto. Los once años ininterrumpidos dejaron una marca. Pero no sólo eso. Creo que de distintas maneras siempre estuvimos apostando a la visibilidad no sólo propia sino de la literatura, escritores y movimientos actuales. Alejandría siempre fue un espacio abierto que le escapó a los amiguismos.


Yair — La constancia se basa en nuestras convicciones, en que creemos que lo que hacemos sirve, no sólo a título personal ni grupal, sino para el conjunto de escritores. Y ser, además de un ciclo literario, talleres de lectura y escritura, organizadores de concursos literarios, mesas debate, etc., hace de Alejandría un ciclo sui generis.


Edgardo—
Que Alejandría representa a una determinada generación de escritores. Y de hecho muchos de esos escritores hicieron/hicimos los primeros ciclos de lectura en narrativa; a poco de que nosotros empezáramos, empezó Carne argentina (Selva Almada, Julián López, Alejandra Zina) y el Quinteto de la muerte (Lucas Oliveira, Ignacio Molina, Ricardo Romero, Federico Levín, Leonardo Oyola). De modo que la diferencia pasa por esa dimensión a la que pertenece Alejandría.



—  Algo que quieran agregar para los seguidores del ciclo...

Clara— Que Alejandría no termina: muta.


Yair— La esencia sigue siendo la misma. La transformación se dará en los modos.

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ÚLTIMO ENCUENTRO DE ALEJANDRÍA

Martes 3 de noviembre, 19hs
Con lecturas de Mercedes Roffé, Loyds, Laura Arango y Nicolás Hochman.
En Fundación Tomás ELoy Martínez, Carlos Calvo 4319, 1°piso.