Mauro es hijo de padres recientemente separados y acepta ir a pasar parte del verano al lavadero de Andrea y Julio, unos amigos de su mamá. Así nos presenta la historia Damián Huergo, con una trama simple que le escapa a la mirada meramente adolescente de su personaje.

La novela puede ser leída en clave de presencias y ausencias que se van desprendiendo a medida que avanza. Por ejemplo, el padre de Mauro, está en los pensamientos del personaje y ciertos recuerdos, pero no lo acompaña cuando se afeita su bigote antes de ir a una fiesta.

La madre está del otro lado del teléfono pero no sabe qué preguntar ni qué contestar para pasar el umbral de esa comunicación rota.  Y entonces Huergo nos sorprende;  nos trae a Roberto, un cliente del lavadero excombatiente de Malvinas que será clave para que el adolescente empiece a ver con otros ojos su excitación por Victoria, una chica más grande que está en una habitación alquilada por la quincena y que Mauro puede ver desde su cuarto.

Merece mención aparte el momento en que Roberto le enseña a Mauro cómo bailar y encarar a una mujer al ritmo de los boleros cuyo "verdadero sonido está en los casetes". Huergo logra narrar, en la voz de Roberto, una gran metáfora entre música y vino que marca un momento de intensidad en su prosa.

Las excitaciones de Mauro, no meramente- aunque claro que forman parte fundamental de la trama- sexuales, hacen que el personaje no caiga en el sopor de la siesta bajo el sol costero.

El personaje tiene hambre de crecer e independizarse y lo demuestra con su cuerpo activo atravesando las horas de un verano con brisa salada que nos llega a través de descripciones precisas.

"Un verano" es el transitar de una expectativa de goce narrado de manera simple y efectiva.

Un verano, novela de Damián Huergo

Notanpuän, 2015

128 p.