La inyección de insulina permite a los pacientes con diabetes tipo 1 (cuando el cuerpo no genera insulina y no controla el azúcar en sangre) y con tipo 2 (cuando el azúcar en sangre es tan alta que el cuerpo no produce ni usa insulina) tener una mejor calidad de vida. 

Sin embargo, el tratamiento no deja de ser invasivo. Es por ello que este nuevo procedimiento experimental de cápsulas liderado por el especialista Martin Fussenegger puede ser un verdadero cambio para quienes sufren esta condición.

Hasta el momento, como informó la revista Science, solo se ha probado en ratones pero los investigadores esperan poder ensayar pronto con humanos. 

El equipo de Fussenegger cultivó células de riñón —más robustas que las de páncreas que no solían sobrevivir— con dos genes añadidos: uno que las hace sensibles a la glucosa y otro que las ordena liberar insulina cuando la glucosa supera ciertos niveles. La ingesta de cápsulas porosas en ratones funcionó después de haber sido modificadas  para evitar que su sistema inmunitario las atacara y permitir que liberaran la insulina necesaria.  

Si este experimento funciona con humanos podrían empezar a producirse en escala industrial estas cápsulas celulares y así no necesitar estar ligadas genéticamente con el paciente. Las cápsulas funcionarían como un implante que debería ser cambiado tres veces al año y de esta manera evitar las incómodas y cotidianas inyecciones.