En la última revisión publicada en la revista científica The Lancet se alertó sobre el peligro que representa algo tan simple como hacer pochoclo. 

“Queremos sensibilizar de que hay ocupaciones que, aunque afectan a poca gente, tienen mucha relevancia en conjunto porque perjudican la salud”, señala el doctor Xavier Muñoz, del servicio de Neumología del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona en diálogo con El País.  Dos millones de trabajadores mueren cada año por accidentes o enfermedades en el ámbito laboral, siendo las complicaciones respiratorias la tercera causa de muerte.

El estudio apunta al pochoclo industrial, como el que venden en el cine o ya viene empaquetado para cocinar en el microondas. Algunas fábricas utilizan el diacetil que le da un sabor más mantecado al maíz que no es riesgoso a la hora de comerlo pero que en el proceso de calor  “el diacetil se evapora, se inhala y puede afectar a los bronquios”. Este condimento también se utiliza en compañías de chocolate, papas fritas y galletitas donde los empleados muchas veces terminan con molestias en sus pulmones.

Otro de los trabajos que está en la mira es la técnica de extracción de la fractura hidráulica (fracking), que consiste en aflorar gas y petróleo del subsuelo tras destruir la roca madre mediante agua y productos químicos a presión. Decolorar tejidos, especialmente cuando se utiliza arena, ya está prohibido en muchas compañías pero todavía se utiliza en fábricas de China, Bangladesh y Pakistan.

En la fabricación de pantallas de cristal líquido, utilizadas en muchos dispositivos electrónicos, los trabajadores están expuestos al óxido de indio que resulta nocivo para las vías respiratorias. Otro de los elementos que suele analizarse en la fabricación de productos es el amianto que la Unión Europea no vetó totalmente su utilización hasta 2005.