Hidra es un nombre que proviene de la mitología griega, y que hace referencia a un monstruo con capacidad para regenerar dos cabezas y sobrevivir al paso del tiempo.
Parece que algo parecido es lo que sucede con este animal, según un estudio divulgado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), a principios de este mes.
El investigador, Daniel Martínez, expresó en una entrevista que inició su experimento "con la expectativa de demostrar que la Hidra no podía escapar del proceso de envejecimiento". Pero concluyó: "Mi propia investigación me demostró que estaba equivocado, dos veces".
Estos animales forman parte del grupo de los invertebrados, y cuentan con pequeños tentáculos. Tienen como mucho un centímetro de largo y se alimentan de animales acuáticos aún más pequeños que ellos.
Según el investigador, la mayoría de las célular que conforman el cuerpo de las Hidras son células madre, capaces de dividirse y convertirse en cualquier tipo. Los humanos, por ejemplo, solo tienen estas células durante los primeros días del desarrollo embrionario. Las Hidras las poseen constantemente.
Ya en 1998, Martínez publicó cómo habían sido incapaces de hallar signos de envejecimiento en estos animales. Pero, casi descreyendo de los resultados, volvió a intentarlo y creó una isla con más de 2 mil Hidras en condiciones ideales.
Los resultados fueron sorprendentes. Los resultados, afirman, podrían echar luz sobre posteriores estudios de por qué envejecen los animales, y también -por qué no- analizar más profundamente la palabra casi inutilizada: inmortalidad.

Hidra es un nombre que proviene de la mitología griega, y que hace referencia a un monstruo con capacidad para regenerar dos cabezas y sobrevivir al paso del tiempo.

Parece que algo parecido es lo que sucede con este animal, según un estudio divulgado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), a principios de este mes.

El investigador, Daniel Martínez, expresó en una entrevista que inició su experimento "con la expectativa de demostrar que la Hidra no podía escapar del proceso de envejecimiento". Pero concluyó: "Mi propia investigación me demostró que estaba equivocado, dos veces".

Estos animales forman parte del grupo de los invertebrados, y cuentan con pequeños tentáculos. Tienen como mucho un centímetro de largo y se alimentan de animales acuáticos aún más pequeños que ellos.

Según el investigador, la mayoría de las células que conforman el cuerpo de las Hidras son células madre, capaces de dividirse y convertirse en cualquier tipo. Los humanos, por ejemplo, solo tienen estas células durante los primeros días del desarrollo embrionario. Las Hidras las poseen constantemente.

Ya en 1998, Martínez publicó cómo habían sido incapaces de hallar signos de envejecimiento en estos animales. Pero, casi descreyendo de los resultados, volvió a intentarlo y creó una isla con más de 2 mil Hidras en condiciones ideales.

Los resultados, afirman, podrían echar luz sobre posteriores estudios de por qué envejecen los animales, y también -por qué no- analizar más profundamente la palabra casi inutilizada: inmortalidad.