Especialistas del Conicet encontraron en la cantera Vignogna de Marcos Paz, a solo 34 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires, fósiles de una especie de cóndor extinta que habitó nuestro país hace unos 30 mil años.

Los restos pertenecen al Pampagyps imperatora un ave que superaba los 2,50 metros con sus alas abiertas y tenía garras más fuertes que el cóndor actual, por lo que los expertos creen podría cazar a sus presas, en lugar de alimentarse de carroña.

"Este hallazgo es único no solo para la provincia de Buenos Aires sino para toda la Argentina, porque es la primera vez que se encuentra un ejemplar tan bien preservado de un cóndor extinto y del que, hasta ahora, se desconocía su existencia", sostuvo el investigador del Museo Argentino de Ciencias Naturales (MACN) y del CONICET, Federico Agnolin a la Agencia CTyS-UNLaM.

"Su nombre significa algo así como buitre emperador de las Pampas", indicó Agnolin, autor principal del estudio que se publicará próximamente en la Revista del Museo Argentino de Ciencias Naturales. Y agregó: "Era un cóndor de gran tamaño, que pudo haber alcanzado hasta los tres metros de envergadura con las alas abiertas".

"Un hueso del miembro posterior nos muestra que las inserciones de los músculos eran mucho mayores a la de los cóndores actuales, por lo que posiblemente podría cazar presas", explicó Agnolin. 

El paleontólogo destacó que en el momento en el que vivía esta gran ave también  "Había mastodontes, que eran muy parecidos a los elefantes actuales, perezosos gigantes que superaban la tonelada de peso, gliptodontes, casi del tamaño de un Fiat 600, y entre los carnívoros estaba el conocidísimo tigre dientes de sable".

Los fósiles del animal fueron hallados en la cantera de Marcos Paz, ubicada casi en el límite fronterizo con el partido de La Matanza y a unos 150 metros de la Ruta 3.

 "Hace 10 mil años, se produjeron grandes cambios climáticos que provocaron que la fauna estuviera en retracción, con pocas especies", destacó Agnolin y a esto se sumó la caza del grandes animales por parte del hombre. "Al desaparecer estos enormes animales que el hombre cazaba, también se extinguieron los animales carnívoros que se alimentaban de los cadáveres de esas bestias, entre los cuales se encontraban las aves carroñeras", concluyó el especialista del CONICET. 

Agencia CTyS-Unlam