Desde finales de la década del cincuenta, el espacio recibe las incursiones humanas en su inmensidad como así también la basura que dejan esas expediciones. 

Primero fue el Sputnik y luego otros miles de cohetes, satélites y sondas que terminan flotando sin ningún tipo de control y que pueden convertirse en una verdadera amenaza. Hasta el momento, el accidente más recordado es el que tuvo lugar en Siberia en 2009. Un satélite ruso en desuso,  el Kosmos 2251, de 900 kilos, chocó con otro activo, el estadounidense Iridium 33, que pesaba 690, sembrando la órbita baja con más de 600 cascotes.

Las investigaciones indican que hay escombros orbitando alrededor de la tierra del tamaño de un colectivo y otros que en caso de entrar en la atmósfera funcionarían como una bala perdida. 

Incluso la Estación Espacial Internacional (ISS) también tuvo problemas con la basura espacial cuando un minúsculo fragmento de pintura desprendida de algún viejo artefacto abrió una grieta en una de las ventanas de la cúpula de la ISS y terminaron evacuando al personal. 

Desde Europa se están promoviendo varias iniciativas en las que España ocupará un lugar estratégico entre finales de 2017 y 2018 para "salir a la caza" de esta basura espacial potencialmente peligrosa.  Un observatorio láser de la Armada española empezó a transformarse para poder localizar escombros espaciales. 

“Solo un 7% de lo que nos rodea son satélites útiles”, explica el director del Real Instituto y Observatorio de la Armada (ROA) ubicado en San Fernando (Cádiz), el vigués José Martín Davila. La tecnología de detección fue desarrollada por una start-upgallega, Egatel, en colaboración con otra, Avansig, que participan en un proyecto que lidera Prosegur. “El problema es muy relevante. No se ha querido abordar antes porque a algunos países como China no les interesaba”, planteó Davila.

Fuente: El País