Las respuestas de quienes fueron consultados por el psicólogo alemán en 1929 fue que la forma puntiaguda llevaba el nombre de "takete" y "baluba" la curvilínea. 

El trabajo de Wolfgang Kohler en su momento no llamó la atención por lo que sus hallazgos no fueron tomados por la comunidad científica de aquél entonces.

Pero en 2001, Vilayanur S. Ramachandran y Edward Hubbard, científicos de la Universidad de California en San Diego, realizaron investigaciones sobre una condición conocida como "sinestesia", donde la gente mezcla experiencias sensoriales, incluyendo sonidos e imágenes. 

En el informe, los científicos remarcaron que 1 de cada 20 personas tienen esta condición, pero Ramachandran sospechaba que las conexiones sensitivas cruzadas, eran una característica del cerebro humano.

Usando formas similares a las del experimento de Kohler, pero cambiando los nombres de los términos inventados, encontraron que un asombroso 95% de su grupo de estudio que incluía estudiantes estadounidenses que hablaban inglés e indios que hablaban tamil, rotulaban al objeto puntiagudo como "kiki" y el curvo como "bouba".

Otros científicos notaron que bouba/kiki no sólo se da con la visión y audición, sino también con los sentidos del gusto, olfato y tacto.

Los experimentos indican que nuestros sentidos están interconectados y forman vínculos entre formas, sonidos y sabores.

Estudios como el de Merle Fairhurst y sus colegas de la Universidad de Londres revelaron que la comida sabía más dulce cuando era servida en un plato redondo en vez de uno cuadrado o triangular.

Otras investigaciones arrojaron que los sabores picantes -como jengibre y wasabi- se sentían más intensos servidos en tazones "kiki" (con textura de papel de lija y esquinas puntiagudas) mientras que los que contenían crema, vainilla o papas parecían más cremosos servidos en tazones "bouba" (suaves y redondos).