Paraguas, cañones de escopeta, velas, pepinos, palos de escoba, tubos de aspiradora, mangos de martillo, botellas, vibradores son algunos de los ejemplos que suelen encontrarse en el recto de las personas.  E incluso el primer objeto en el ano descrito en una revista médica, la estadounidense JAMA en 1919, fue un vaso.

"La presencia de un objeto en el recto ha sido durante mucho tiempo una fuente de chistes y sospechas tanto en la calle como en el discurso médico", reflexiona el antropólogo William J. Robertson, de la Universidad de Arizona, Estados Unidos, en diálogo con El País. 

A partir de un minucioso análisis de más de un centenar de casos, Robertson planteó que los médicos contribuyen al tabú y la estigmatización del placer anal, lo que hace que muchos afectados tarden en presentarse en la guardia médica e incluso nieguen cómo llegó el objeto al recto y/o colon. 

"La medicina se basa en dividir las cosas en normales y anormales o patológicas. Por desgracia, lo anormal a menudo no se refiere simplemente a una variación respecto a la norma estadística, sino que ese anormal está envuelto en ideas derivadas de la cultura, acerca de lo que es un comportamiento moral", subraya este antropólogo que acaba de publicar su estudio en la revista especializada Culture, Health & Sexuality.

Denuncian "la estigmatización" del placer anal en la comunidad científica

Además el investigador sentenció que el 69% de los estudios médicos vincula los cuerpos extraños en el recto con prácticas sexuales "pervertidas o aberrantes".  Y agrega que curiosamente "los heterosexuales no son clasificados como un grupo en el que se puedan observar cuerpos extraños, pese a que solo cinco de los 30 pacientes, el 17%, fueron identificados como homosexuales".

"Hay una cultura de la vergüenza alrededor del placer anal. Y los propios trabajadores sanitarios contribuyen a esta estigmatización, al enmarcar los cuerpos extraños en el recto como un problema de perversiones sexuales, mentiras del paciente y anormalidad", opina Robertson que apuesta a un sinceramiento en los prejuicios  ya que "No es muy sorprendente que los pacientes eviten ir al médico".

Fuente: El País